Ortorexia: La obsesión por los alimentos sanos

Ortorexia: La obsesión por los alimentos sanos

Hay personas que sólo están dispuestas a comer productos biológicamente puros, sin aditivos, sin conservantes ni colorantes. Incluso, dejarían de comer si no estuvieran seguros de que los alimentos que van a ingerir cumplen esas condiciones.

El ortoréxico convierte la comida en el centro de su vida y esta actitud puede resultar peligrosa para su salud y para su equilibrio emocional.

El culto al cuerpo ha ido transformando los hábitos alimenticios de miles de personas y esta obsesión llevada al extremo ha sido la causa de la anorexia y la bulimia. Con los años, estas han derivado en una preocupación irracional sobre la calidad de los alimentos. Hay personas que sólo están dispuestas a comer productos biológicamente puros, sin aditivos, sin conservantes ni colorantes. Incluso, dejarían de comer si no estuvieran seguros de que los alimentos que van a ingerir cumplen esas condiciones. El ortoréxico convierte la comida en el centro de su vida y esta actitud puede resultar peligrosa para su salud y para su equilibrio emocional.

Qué es la ortorexia

La palabra ortorexia podría definirse como apetito justo o correcto. Por el momento este concepto no está recogido en ningún diccionario ni los síntomas que engloba son reconocidos como una enfermedad por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El creador d la palabra es Steven Bratman, un médico estadounidense -profesional de las medicinas alternativas- que defendió la teoría de una dieta para alcanzar un estado de salud pleno. Estar concienciado por comer sano es perfectamente comprensible, el problema surge cuando ese fin se convierte en una auténtica obsesión. Él mismo sufrió en sus propias carnes las consecuencias que puede sufrir una persona que centra su vida en una alimentación excesivamente estricta o severa.

En los años 70, Bratman fue cocinero y agricultor de una gran comunidad en Nueva York, cuyos miembros defendían teorías alimentarias contradictorias. Se vio envuelto en una especie de secta gastronómica y decidió crear su propio régimen. 'Me impuse una dieta de vegetales recién recogidos de la huerta y que masticaba no menos de 50 veces antes de tragarlos', afirma Bratman. Acabó harto de su propia dieta y curó su obsesión por la comida natural con la ayuda de un monje benedictino.

Después de pertenecer durante 25 años al Movimiento de Alimentos Naturales de Estados Unidos, Bratman inició una campaña contra las dietas estrictas. Comenzó una estricta dieta alimentaria y terminó padeciendo un nuevo trastorno: La ortorexia nerviosa. Acuñó el término en 1996 y publicó su propio libro sobre el tema, 'Health Food Junkies', en el que relata su experiencia.

¿De dieta o trastornados por la comida?

La tendencia por conservar una figura esbelta ha terminado en enfermedad. De una dieta estricta, controlando el consumo de ciertos alimentos, se pasa al trastorno obsesivo. La anorexia y la bulimia se hallan en la raíz de este nuevo trastorno de la conducta alimentaria. El paciente ortoréxico ha pasado previamente por una de las dos patologías se ha quedado con un planteamiento de dieta inadecuado, que termina transformándose en obsesión.

Quienes padecen ortorexia nerviosa rechazan la carne, las grasas, los alimentos cultivados con pesticidas o herbicidas y los que contengan sustancias artificiales, pero su obsesión por comer sano va más allá y se preocupan incluso por la forma de preparación de su comida y los recipientes en que los cocinan. Se decantan por verduras cortadas de una forma determinada y las cazuelas o platos que utilizan deben ser preferiblemente de madera o cerámica.

Síntomas

Todo tiene que estar perfectamente controlado y supervisado. Las víctimas de esta tendencia alimenticia son personas que leen hasta la letra pequeña del producto, antes de comprarlo. Planifican sus menús con semanas de antelación; no comen fuera de casa, ni con los amigos, por temor a que contaminen su comida con algún producto no apto para su consumo. Y en el extremo, son capaces de quedarse sin comer si no están seguros de lo que van a ingerir.

Entre las consecuencias físicas destaca el déficit nutricional, como la anemia y la pérdida de vitaminas. La dieta saludable se transforma en una auténtica obsesión.

Los trastornos se convierten en excentricidades. Tales como las de las estrellas de Hollywood, que no sienten reparos al proclamar su régimen alimenticio.

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